Consultora: Lyli Yaneth Chindoy Luna
Colaboradora: Roberta Cerri
2022
La región de la triple frontera Brasil-Perú/Colombia comprende una extensa zona transfronteriza entre los ríos Solimões (Amazonas) e Iça (Putumayo), donde se encuentra el Trapecio Amazónico Colombiano y sus zonas de colisión en Brasil y Perú.
En Colombia, la región corresponde al extremo sur del departamento de Amazonas y en Brasil, se encuentra en el noroeste de la región de Alto Solimões. En Perú, la zona incluye la ciudad de Caballococha, en la provincia de Mariscal Ramón Castilla, en el extremo sur del trapecio amazónico.
El Trapecio Amazónico, en Colombia, incluye los municipios de Leticia, Puerto Nariño y el sur de Tarapacá, zona no municipalizada que conforma el departamento colombiano de Amazonas. En Brasil, la región comprende los municipios de Amaturá, Atalaia do Norte, Benjamín Constant, Fonte Boa, Jutaí, Santo Antônio do Içá, São Paulo de Olivença, Tabatinga y Tonantins. En Perú, la zona se encuentra en el noroeste del país, unida por los ríos Marañón y Ucayali, donde nace el curso principal del río Amazonas. Los pueblos o ciudades ubicados en esta región en la provincia de Mariscal Ramón Castilla del departamento de Loreto.
Observe no mapa interativo do Módulo Povos Indígenas, onde se localizam os territórios indígenas na região amazônica e observe as regiões fronteiriças estudadas pelos consultores da OTCA:
La población indígena en la triple frontera, en la región delimitada por el estudio, es de aproximadamente 107.000 individuos, siendo los tikuna y los kokama los más numerosos y con presencia en los tres países. Las zonas indígenas tradicionales se reconocen de forma diferente en cada país.
En Colombia, estos territorios están reconocidos como reservas indígenas, sin embargo parte de la población considerada indígena vive fuera de las reservas en comunidades rurales y urbanas, denominadas Parcialidades por el gobierno colombiano.
La población indígena del lado brasileño, en la región del Alto Río Solimões, asciende a 70.526 personas que viven en 28 tierras indígenas en áreas predominantemente rurales pertenecientes a 07 municipios de la región (estimación IBGE 2020). Los indígenas viven en 235 comunidades situadas a lo largo del río Solimões, sus afluentes e igarapés. La población indígena de esta subregión está compuesta por 7 grupos étnicos, siendo los tikuna el grupo étnico más poblado no sólo de la región, sino también de Brasil, con aproximadamente 46.000 individuos.
En el lado peruano, en la región de Loreto, hay 11 familias lingüísticas (el 84,6% de las lenguas indígenas habladas en el país) y 29 grupos étnicos. En la provincia de Mariscal Ramón Castilla, los tikuna son también el pueblo más numeroso: unos 8.844 habitantes distribuidos en comunidades nativas, pueblos ribereños y pueblos intermedios.
La región del Trapecio Amazónico Colombiano y sus áreas de colisión en Brasil y Perú se encuentra entre dos zonas con presencia de pueblos aislados: (a) al sur, la Tierra Indígena Vale do Javari, el sitio con mayor número de registros de pueblos aislados en la Amazonia; (b) y al norte, el Parque Nacional Río Puré en Colombia, donde habitan los Yurí-Passé. Debido a su posición estratégica -entre dos localidades con presencia de pueblos aislados-, la región se considera estratégica para contener brotes y epidemias.
Movilidad, Resistencia y Asentamiento de los Pueblos del Alto Solimões
Los primeros registros históricos sobre la ocupación de grupos humanos en la región se remontan a antes de 1690, cuando misioneros españoles y portugueses, recolectores de droga y jefes de tropa llegaron al Alto Solimões. En aquella época, los pueblos indígenas que vivían allí se agrupaban en ciudades con miles de habitantes en las orillas del río Solimões (Amazonas) y sus afluentes y en el curso bajo del río Içá (Putumayo) y practicaban el comercio basado en redes regionales. Con la llegada de los jesuitas españoles, muchos de estos pueblos indígenas dieron paso a asentamientos colonizados y en este proceso algunas etnias, como los omaguas, desaparecieron; otras, como los kokama y los tikuna se asentaron en nuevas agrupaciones estableciendo una continua relación interétnica con los exploradores españoles y los jesuitas.
Esta forma de ocupación de los grandes grupos indígenas a lo largo de las riberas de los grandes ríos supuso que los grupos más pequeños que trataban de evitar el contacto con el proceso de colonización local se interiorizaran en tierras firmes, viviendo atomizados en núcleos familiares con escasas relaciones comerciales externas. A finales del siglo XIX, cuando los cauceros llegaron a la región, los tikuna ya estaban asentados, sobre todo a lo largo de las orillas del río Solimões (Amazonas), donde se hicieron famosos por sus habilidades para la pesca y la construcción de canoas.
La explotación del caucho amplió las relaciones entre colonos e indígenas. Los tikuna abandonaron sus grandes malocas y empezaron a vivir en grupos familiares dispersos por las plantaciones de caucho, sirviendo como mano de obra clave para la extracción del caucho. Los kokama, que hasta entonces habían vivido en Perú, empezaron a emigrar al Alto Solimões y se unieron a los tikuna en la explotación del caucho. Los registros históricos y antropológicos muestran que durante este periodo la población indígena estuvo expuesta a la violencia y a las enfermedades, cuyas consecuencias aún son observables hoy en día.
Con el fin del ciclo del caucho, los pueblos indígenas de la región empezaron a organizarse de forma autónoma y a vivir de una economía de subsistencia. En Brasil, fue en este período que comenzaron a actuar agencias indígenas en la región, como el Servicio de Protección Indígena (SPI), actual FUNAI, formando así un nuevo ciclo de relaciones con agentes externos, en este caso gubernamentales.
Hoy en día, la pesca es una de las actividades productivas más importantes para los tikuna y otros pueblos de la región, siendo el pescado la principal fuente de proteínas. La base de su alimentación es el pescado con harina de mandioca, que se complementa con otros productos de la agricultura familiar, como plátanos, frutas y alimentos comprados en la ciudad como arroz, café, pasta y galletas. Al igual que otros pueblos indígenas, hay poco movimiento monetario entre ellos; sin embargo, comercian e intercambian algunos productos como harina de mandioca y plátano. Muchos indígenas trabajan en funciones públicas como la sanidad y la educación, además de recibir algunas prestaciones económicas de las políticas de seguridad social, como la jubilación.
La lengua tikuna es ampliamente hablada por decenas de miles de habitantes cuyas comunidades están repartidas por tres países: Brasil, Perú y Colombia. En las aldeas del lado brasileño, el uso intensivo de la lengua tikuna no se ve amenazado por la proximidad de las ciudades ni por la coexistencia con hablantes de otras lenguas dentro de su propia zona. La lengua kokama, de origen tupí, ha sido sustituida principalmente por el portugués en Brasil o el español en Perú y Colombia.
En cuanto a las relaciones políticas interétnicas e intraétnicas, los pueblos indígenas de Colombia se organizan de forma más autónoma que en los países vecinos. Cada pueblo indígena en el territorio colombiano está representado tradicionalmente desde sus propias estructuras que fueron heredadas hace miles de años por sus ancestros, sin embargo bajo el reconocimiento del gobierno en la figura jurídica de parcialidades o Cabildos (autoridad administrativa representativa de la comunidad indígena).
Flujos transfronterizos e intensa presencia de actividades ilegales
La posición geográfica de la triple frontera amazónica, en medio de grandes ríos, sin carreteras y con escasos medios de comunicación, hace que los municipios locales estén alejados de sus centros políticos nacionales. Sin embargo, la presencia de dos aeropuertos internacionales, uno en Leticia y otro en Tabatinga, convierte a la región en un importante punto de circulación entre países, lo que ha propiciado el desarrollo del turismo en Leticia y una mayor facilidad de desplazamiento de los agentes públicos a la región.
La situación fronteriza combinada con el intenso flujo migratorio ha llevado a los municipios a construir sus propias relaciones socioeconómicas a lo largo de los años, como es el caso del municipio de Leticia (Colombia) y la ciudad de Tabatinga (Brasil), o el municipio de Puerto Nariño (Colombia) y la ciudad de Caballo Cocha (Perú). Sin embargo, los indicadores de desarrollo económico y social de la región son muy bajos en comparación con las medias nacionales e incluso estatales/departamentales.
El escaso desarrollo social y económico de la región ha favorecido la intensa presencia de actividades ilegales. Constantes informes de líderes indígenas y funcionarios públicos indican que muchas comunidades indígenas de la región han sido atomizadas o desplazadas debido a la presencia de conflictos armados, narcotráfico y otras actividades ilegales. Este contexto expone a la población indígena a situaciones de extrema vulnerabilidad y violencia, además de debilitar sus prácticas socioculturales tradicionales.
En Brasil, la abundancia de recursos pesqueros en la región del Alto Solimões y los rasgos culturales de las poblaciones amazónicas sitúan a la pesca en una posición destacada en términos de generación de renta y empleo local, además de ser la principal fuente de proteínas para la población. La mayor parte del pescado procede de los ríos brasileños y va a Leticia, donde una pequeña parte se destina al consumo local, y la mayor parte se transporta a Bogotá en avión para abastecer el mercado nacional colombiano, pero también para la exportación a varios países. De esta forma, en muchos municipios del Alto Solimões, la piscicultura viene surgiendo como una alternativa económica, apareciendo como un fuerte potencial de renta económica para la región, sin embargo, por otro lado, la falta de presencia de órganos públicos de regulación y fiscalización de la pesca ha propiciado su práctica ilegal dentro de los territorios indígenas.
Persistencia de enfermedades infecciosas y condiciones sociales de la población
En cuanto a la población indígena del lado brasileño, se observó que el problema de salud más común está relacionado con enfermedades infecciosas y parasitarias – evidencia de un proceso histórico que hasta ahora no ha sido superado por las intervenciones sanitarias adoptadas. Dentro de este grupo de enfermedades, las infecciones respiratorias son las más frecuentes y se identificaron en todos los grupos de edad a lo largo del ciclo vital, aunque con una repetición mucho mayor en el grupo de 1 a 4 años, especialmente en los menores de 1 año.
A pesar de los avances en las intervenciones clínicas, la persistencia de las enfermedades infecciosas está asociada a las condiciones sociales de la población, especialmente a factores externos que inciden en los modelos socioeconómicos de subsistencia, como el tipo y uso de la vivienda (protección climática, vivienda colectiva, hacinamiento doméstico, etc.), el consumo e higiene del agua -generalmente contaminada-, además de otros impactos ambientales como la deforestación.
Las enfermedades respiratorias agudas también figuran entre las principales causas de muerte en los tres países. Estas patologías tienen un importante componente de asociación con determinantes de la salud relacionados con las condiciones de vida de la población. La mayoría de los casos se dan durante el «invierno» amazónico, época en la que se producen intensas lluvias e inundaciones en la región. Asimismo, aumenta la humedad y aparece un ligero resfriado, que afecta principalmente a los grupos más vulnerables (niños menores de 5 años, ancianos, enfermos crónicos, etc.). Por lo tanto, las enfermedades respiratorias son la principal causa de mortalidad infantil tanto en el Departamento de Loreto como en Leticia, Puerto Nariño y para la población indígena del Alto Solimoes.
También se observaron considerables registros de tuberculosis en la región. En Perú, el departamento de Loreto concentra uno de los mayores casos de tuberculosis del país. En Brasil, el Estado de Amazonas mantiene la tercera mayor tasa de mortalidad por la enfermedad en el territorio nacional y en Leticia, la tuberculosis aparece en tercer lugar entre las causas de mortalidad por enfermedades transmisibles.
Entre las infecciones por protozoos, la más importante corresponde al diagnóstico del Paludismo. Sin embargo, los indicadores son positivos en lo que respecta a esta enfermedad endémica en la región. La población de los municipios analizados en el Alto Solimões, así como la de la región de Loreto, en Perú, mostró una tendencia significativa a la disminución de los casos de paludismo.
Las neoplasias también se encuentran entre las principales causas de muerte en Leticia, Puerto Nariño, Departamento de Loreto y Estado de Amazonas, en Brasil, donde la enfermedad se configura como la primera causa de muerte en el grupo de edad de 30 a 69 años, especialmente los tumores malignos de cuello uterino.
Infraestructuras sanitarias en la región
En Alto Solimões, Brasil, los establecimientos de salud que prestan atención ambulatoria y hospitalaria a la población en general son los puestos de salud, las unidades básicas de salud, la Unidad de Atención de Urgencia (UPA), los hospitales generales y algunos ambulatorios, los dos primeros exclusivamente de atención primaria. La mayoría de los establecimientos son de gestión municipal. Las unidades hospitalarias son de baja resolución, realizando solamente medicina general y obstetricia, el único establecimiento con mayor resolución es el Hospital de Guarnição de Tabatinga (HGUT) vinculado al Ejército Brasileño que cuenta con 05 camas de tratamiento de baja complejidad y ninguna cama de UTI. El hospital no ofrece cirugías electivas, sólo urgencias. Por lo tanto, los pacientes que necesitan camas en la UCI y/o cirugías electivas son derivados a Manaos.
La atención a la salud de los pueblos indígenas es operacionalizada en el ámbito del Subsistema de Atención a la Salud Indígena (SASISUS), constituido, en la región, por el Distrito Especial de Salud Indígena Alto Rio Solimões (DSEI ARS) – una red estructurada de unidades operativas y administrativas coordinadas por el Ministerio de Salud. También destaca la fuerte presencia de Agentes Comunitarios de Salud (ACS) y Agentes Indígenas de Salud (AIS) en las comunidades de toda la región.
Colombia tiene un sistema de salud basado en un modelo de gestión que combina la financiación pública y las aseguradoras privadas. Las aseguradoras asumen los servicios individuales, como las consultas externas y la atención familiar, mientras que los municipios y departamentos se encargan de los servicios colectivos, como las acciones de vigilancia de la salud. En cuanto a la prestación de servicios en la región, la red pública en el departamento del Amazonas cuenta con dos hospitales: el Hospital San Rafael de Leticia, que es la única institución que ofrece atención de segundo nivel en el departamento, y otro hospital ubicado en el municipio de Puerto Nariño que presta servicios de primer nivel y atención de urgencias. Las demandas de alta complejidad se resuelven en los grandes centros urbanos de Bogotá, Neiva y Villavicencio. Los centros de salud ofrecen servicios de atención básica y dependen financiera y administrativamente del gobierno departamental para atender a la población, incluida la indígena. Algunos puestos de salud dan cobertura a la zona rural, pero las zonas indígenas no municipalizadas no están cubiertas por el servicio.
En el lado peruano, en Mariscal Ramón Castilla, la mayoría de los establecimientos de salud sólo cuentan con técnicos de enfermería y agentes de salud. En la provincia existen 20 Puestos de Salud y 05 Centros de Salud sin internación, todos focalizados en el primer y segundo nivel de atención. No hay hospital en Ramón Castilla, el más cercano está en Iquitos, a unos 330 km del río. Los Agentes Comunitarios de Salud forman parte de la política de Atención Primaria en Perú y están presentes en las comunidades indígenas y no indígenas de Ramón Castilla realizando acciones voluntarias de promoción de la salud y prevención de la enfermedad. Debido a la falta de recursos humanos establecidos en regiones de difícil acceso en la Amazonía, así como a la escasez de equipamiento sanitario, el Estado peruano ha desarrollado las llamadas Plataformas Itinerantes de Acción Social (PIAS), que son buques de la Marina de Guerra del Perú destinados a ofrecer servicios sociales de forma intermitente, incluidos los sanitarios, a comunidades alejadas de los centros principales. Sin embargo, las consultas externas especializadas y la atención de urgencias son inexistentes en la región.
Situación actual
En cuanto a las políticas nacionales, los tres países reconocen la salud como un derecho fundamental desde la perspectiva de la seguridad social. La centralidad del concepto de Atención Primaria aparece como organizador del sistema. Así, la formulación de políticas de salud valoriza, en diferentes grados, el componente familiar y comunitario, desde el equipo territorial, multidisciplinario, con la incorporación de agentes comunitarios de salud y participación social, además del reconocimiento formal, en todos los países, de las prácticas y saberes de sus pueblos originarios. Sin embargo, en el ámbito de la aplicación de las políticas sanitarias, las prácticas adoptadas son heterogéneas.
En términos de cobertura, los sistemas peruano y colombiano están segmentados, dependiendo de la afiliación al seguro, que termina restringiéndose a segmentos de la población o a un paquete restringido de servicios. En estos países, el sector público se centra en la promoción y la prevención, mientras que el privado lo hace en la atención individual. El sector privado no tiene interés en ampliar sus servicios a estas regiones remotas, y tampoco los gobiernos se han especializado en la atención individual o familiar, lo que genera lagunas en la atención.
Ninguno de los tres países presentó avances en la aplicación de prácticas y políticas interculturales. En Colombia, un posible modelo de sistema de salud indígena ha sido objeto de mesas de concertación entre las organizaciones indígenas y el gobierno. En Brasil, hubo avances significativos en la prestación de servicios y el acceso a la atención sanitaria para la población indígena, pero no se observaron innovaciones en cuanto a la aplicación de enfoques y modelos de salud intercultural. Perú ha avanzado en materia legislativa con la aprobación y publicación de la Política Sectorial de Salud Intercultural en 2016, pero aún no se observan los resultados de su implementación.
En cuanto a la mano de obra, la disponibilidad, la formación y la implicación de los profesionales en el sistema sanitario público representan uno de los principales retos para todos los países. La falta de médicos se observa en toda la región, especialmente en las zonas remotas o desfavorecidas. El profesional de nivel superior más disponible es la enfermera. Los países también adoptan actores comunitarios como enlaces comunitarios, sin embargo, sólo en Brasil se les remunera por su trabajo.
La triple frontera acumula altas tasas de incidencia y mortalidad por COVID-19. Cabe destacar que la región presenta alta receptividad y vulnerabilidad a la propagación del SRAS-CoV-2, debido a las bajas condiciones socioeconómicas, alta concentración de población indígena y otros grupos vulnerables, situación que se agrava aún más ante las dificultades de acceso a la atención de salud de mayor complejidad. Además, la región de la triple frontera es importante para la contención de pandemias dentro de las zonas indígenas. Los factores asociados que pueden conducir a una rápida propagación de la enfermedad incluyen:
Además, considerando que la zona de la triple frontera está próxima a áreas con presencia de pueblos aislados, la región debe ser considerada un área importante de vigilancia epidemiológica para la protección de la salud de estos pueblos.